Una bonita historia

Madre mía, la cantidad de tiempo que no pongo un dedo sobre el logo de esta aplicación!!! Y todavía no sé muy bien, si os digo la verdad, qué coño me trajo hasta aquí. Quizás fue causa la decimotercera mañana de otoño con la denominación de origen "Primavera", en la que llovió y llovió y el termómetro no pasaba de los 13° por más que quería y quería; a lo mejor fue la risa qué se me escapó ayer, saliendo del Alimerka entre lluvia y frío, cuando escuché a un elegante cuarentón cagarse en su puta madre y en "la puta que parió este tiempo de mierda", él solo consigo mismo pensando en voz alta. Aunque, si lo pienso bien, tuvo mucho mérito en esta vuelta al ruedo un WhatsApp de un amigo, según me bajaba del tren está mañana, entre nieblas y orbayu, contándome en fala,qué viene siendo la lengua más cariñosa y occidental de cuantas conforman el bable (sí, el bable, joder ya!! Tanto renegar del principio que todo lo une/xunce/amalgama) contándome, decía yo, qué tal día como hoy hace cincuenta años, y con un orbayu tan morriñosu como el de este jueves, recibió su primera comunión junto a unos neños de los cuales ya falta uno. Y que pensó en él, está mañana. Y me lo contó. Y yo me sentí tan afortunada de leer el relato sencillo y triste y sincero de mi amigo... Qué pensé en Putin y en si alguien le escribirá mensajes tan tiernos... Una cosa trajo a la otra y, de pronto, tenía en la pista central del circo, al judío, al pelopanoya, al gordo coreano y, por asociación de ideas, al Abalos, al Koldo, a las nenas de Koldo y Abalos, a la madre de alguna de ellas... Inmediatamente vino el apagón, Vicente Vallés, un látigo, la trece, el pelirrojo del hormiguero, una espuela, Feijoo, Santa Isabel, una liga de encaje, Sánchez, la Bego, la asesora de Bego, el AVE, el cobre, los tanos que roban cobre del AVE , un cilicio, el León XIV, el León de Fernández Mañueco, el león de la SEAT... Agotada de tanto placer y tanto dolor, una se pregunta por lo que merece la pena de todo este centrifugado de lavandería industrial. Lo cierto es que, siento ser tan sincera, lo que más merece este no dejar de escuchar memeces y barbaridades que casi consiguen poner a los pies de los caballos nuestra ideología, nuestro norte y nuestro sur, son esos amigos que una mañana tristemente astur, deciden compartir con nosotros, en esa lengua que les nace del mismito cordón umbilical, una historia de 10 que comulgaron juntos y qué se quedaron en nueve porque un día de caza, una bala perdida encontró sitio en la cabeza de un muy buen rapaz. Gracias, Ramón. Me has obligado a escribir estás líneas. 

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